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ADOLESCENTES, Un taller diferente

Ayer lleve a cabo un taller para adolescentes, como los muchos que ahora mismo estamos realizando, aunque en realidad, escribo este post porque fue como todos, pero en verdad, diferente.


Realizar estos talleres , es lo que, posiblemente, me haga más feliz en el mundo, me divierte y sobre todo me apasiona. Me entusiasma observar como, durante toda la mañana, su pensamiento crítico va desarrollándose.


Reflexiones que hacen de mi ser una mejor persona cada vez que salgo de un IES, ya que todos estamos asustados por la violencia de género entre adolescentes y me convence ver que el potencial que tienen, bien enfocado, puede ser el gran motor para eliminar esta lacra que nos tortura.


Cuándo llegué a Monóvar, la acogida fue increíble, antes de entrar a la segunda aula, su tutora me advertía del machismo imperante en este grupo, "No se si con estos podrás" me dijo... Pude cerciorarme de que su advertencia era fundada, cuando al entrar chicos y chicas (excepto un chico gay) se polarizaban en el aula, sentándose cada grupo en un extremo.


Empezamos el taller, y nada más presentarme gritos de "machistas" sonaban desde el lado donde se sentaban las chicas. "Todo un reto" me dije a mi misma. Enseguida los alumnos con los roles de líder quisieron marcar su terreno, diciendo un nombre falso, arrancando así las risas de sus compañeros.


Esperaban una profesora tradicional (ilusos) mi contestación seca y sin la sonrisa con la que había entrado se lo dejo claro "eso es lo más gracioso que sabes ser?" un "uuuuuhhhhh" se escucho de fondo y todos siguieron diciendo su nombre correctamente.


La primera actividad en la que se dividen en grupos y dibujan su pareja ideal fue como siempre, entre risas y las características que buscan en su pareja: "chulo", "ninfómana" o "cachonda" y frases como "parking público", iban siendo las que ilustran las imágenes.






























Tranquilos, aunque escandaliza ver la imagen que tienen sobre el sexo opuesto, si os sirve de consuelo tras el taller eran otros adolescentes. Pero no me quiero adelantar...


Fueron captando enseguida los valores del taller, un alumno de los que antes promovía risas ahora razonaba "a nosotros el machismo también nos afecta, aunque yo me sienta mal nunca puedo llorar, me llaman marica". Y yo, ya orgullosa de cada uno de los que allí estaba, sin saber que sus reflexiones no habían hecho nada más que empezar...

Los celos como siempre el gran tema a debate: "yo si veo a mi novia en una cafetería sentada con otro a él le parto la cara y a ella como hable también". Desargumentando cada uno de estos falsos mitos ibamos avanzando mientras su actitud de chulitos ya iba quedando atrás.


Cuando les cuento al final del taller que yo sufrí violencia de género a su edad, uff esas caras son indescriptibles, el silencio llena un aula que durante dos horas ha estado llena de risas... y sus preguntas cambian el tono: "¿Acabo de empezar con un chico de 20 y me ha dicho lo mismo del sexo que a tí?" "es normal que aguantemos ciertas cosas, pero lo importante es que pida perdón"


Una pregunta especialmente me chocó, aunque es sencilla, jamás me la había hecho una adolescente.

"¿Crees que si te hubieran hecho este taller no te hubiera pasado eso?" quiero creer que sí, por eso hago esto, conteste.


Al final los objetivos del taller se dieron más que cumplidos, pero aún faltaba por llegar , lo que para mí fue lo más especial.

Cuando el aula ya estaba vacía y yo recogía mis bártulos, los dos "chulitos" que al principio tanto se resistían se acercan y me dicen "¿podemos hacerte una última pregunta?" ¿Podemos darte un abrazo?


Un abrazo que, nunca os imaginaríais, lo que aportó, la convicción de que lo estamos haciendo es importante, de que aunque esté siendo tan duro, todo merece la pena.


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